24 de setembro de 2015

Novedades en "Crisis, ¿qué dicen los psicoanalistas?" XIV Jornadas de la ELP. Eugenio Díaz, Jorge Sosa, Dora García, Hebe Tizio, Esperanza Pascual.

Hipercrisis e invención, por Eugenio Díaz


¿A partir de qué el discurso psicoanalítico y los psicoanalistas al sostenerlo pueden ocupar un lugar, y no cualquiera, en las crisis de nuestra civilización?

Me parece ésta una pregunta crucial y no sólo porque, como señaló Lacan: “Mejor que renuncie quien (el psicoanalista) no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época”1, sino también porque la civilización necesita de un discurso que colabore en la introducción de una subjetividad otra, vencida ya la del progreso y la razón, en un tiempo donde el discurso capitalista en su dimensión más terrible (idea que quizás sea un oxímoron) nos avoca a estandarizaciones y por tanto a segregaciones de diversa índole y cada vez más extensas.

Es aquí donde, por ejemplo, podemos ubicar la llamada “crisis de los refugiados” (expresión que tiende a la banalización de un real más bien espantoso): en el nudo (de triunfo) entre los fundamentalismos, el discurso capitalista (de la cifra) y “el espejo negro de lo peor de nosotros mismos” en bella expresión, no por ello menos inquietante, de Gustavo Dessal en Photo sin Shop, y que retoma el título de la también inquietante Black Mirror, serie que muestra la relación entre tecnología y el lado oscuro de la vida.

Apuntaré una respuesta (entre otras posibles), que se apoya en la distinción entre momentos de crisis e hipercrisis, que Gil Caroz propone en su texto de presentación de las Jornadas de la NLS2 y que encontramos como texto de orientación en la web de nuestras próximas Jornadas.

Una respuesta que si bien se ubica en el terreno de la clínica puede orientar, como en una banda de Moebius, en posibles invenciones sociales sabiendo que no hay, ni aspiramos, al sentido común.





Comentario acerca de “La acumulación del capital y las crisis” de Carlos Marx, por Jorge Sosa


No son muy numerosas las referencias a Marx en la obra de Freud y las que aparecen tienen un tono más bien crítico con su concepción del hombre y de la historia. En cambio para Lacan es un interlocutor importante, uno de esos pensadores que no dicen tonterías. Según él, Marx fue el que por primera vez entendió el síntoma como el representante de una verdad rechazada. Es por eso que, en un momento en que nos planteamos trabajar sobre la crisis desde un punto de vista psicoanalítico, tal vez sea útil volver a leer los textos de Marx en busca de elementos que nos ayuden a avanzar en su conceptualización. Es así que encontré este pequeño libro de Marx, en el que podemos reconocer, en su teoría de las crisis del sistema capitalista, eso que Lacan supo leer como el retorno repetitivo y sintomático de una verdad rechazada. En una época como la nuestra, en que los acontecimientos vuelven a dar la razón a Marx en muchos aspectos, no está de más volver a su definición de la crisis capitalista como “la imposición violenta de la unidad entre las fases que forman el proceso de producción y que se han disociado y sustantivado la una frente a la otra” (p. 78). Esta definición, que toma sentido en el contexto de su concepción dialéctica, no deja de evocar para nosotros la teoría freudiana en la que el sujeto que huye de una realidad insoportable, a la que sin embargo está íntimamente unido, se hunde en la angustia cuando se ve confrontado a ella y hace la experiencia de su división subjetiva.





Entrevista a Dora García: “La crisis es un estado habitual en los artistas, nunca hemos tenido épocas de bonanza”


Dora García es una artista española que, más allá de cualquier frontera geográfica, está dejando desde hace tiempo una interesante huella en el camino del arte contemporáneo. Nació en Valladolid, se formó en Salamanca y Ámsterdam, vivió en Bruselas, ahora reside en Barcelona, y su obra se ha movido por bienales, galerías, museos y variados espacios artísticos en países de gran parte de Europa, Japón, Australia o Argentina. Su trabajo, pues, está presente en el horizonte del arte contemporáneo internacional. Será porque, independiente de cualquier etiqueta o definición, Dora García crea marcos de reflexión con su obra. 

Jacques Lacan es una de las referencias que la artista ha tomado en uno de sus recientes trabajos en la edición 56 de la Bienal de Venecia con la performance The Sinthome Score, centrada en el seminario XXIII del psicoanalista francés. Llegó a él gracias al escritor James Joyce, a quien ha dedicado también reflexiones imperdibles entre las que se encuentra su película The Joycean Society. Durante la entrevista conversamos sobre estas y otras referencias del campo psicoanalítico y artístico, sobre qué es una crisis y qué posibles tratamientos -si es que realmente es así- aporta el arte para transitarlas.

Crisis es un significante que parece haberse instalado en nuestro lenguaje diario. Aparece por todas partes: periódicos, carteles, conversaciones. Pero esta es una palabra polisémica. ¿Qué es para Dora García una crisis? 

Dora García: Hay crisis que dan menos miedo que otras. En mi caso, y creo que también en el de muchos artistas, esta palabra no significa mucho, puesto que siempre ha estado allí. En realidad, nunca hemos tenido épocas de bonanza. La crisis es un estado habitual en los artistas. Después, por supuesto, hay crisis más duras: las crisis personales. Estas son las que más miedo dan. A la crisis yo la significaría con relación a cuando el sentido se vacía y empiezas a plantearte exactamente hacia dónde tienes que ir. Quizás habrá personalidades que sean capaces de encontrar cosas positivas en esto como, por ejemplo, abandonar territorios agotados o confortables. En este sentido -en el que puede tener de positivo la idea de cambio- una crisis sería interesante. En cambio, la situación de desamparo y soledad que tienen las crisis, precisamente porque el rumbo que se tenía hasta ese momento no parece funcionar y no tiene sentido insistir en ello, es muy dura. Creo que algunas de estas crisis se convierten incluso en crónicas.



¿Crisis de autoridad? Blog CRISIS pregunta a Hebe Tizio

– Hay dos ejes de las jornadas, Adolescentes, ¿de qué os quejais? y Educar, ¿dónde está hoy lo imposible? que podrían relacionarse con una entrevista que te han hecho el año pasado en Alicante. Allí hablabas de una crisis de autoridad en el mundo contemporáneo y de las dificultades que planteaban padres y profesores. Sin embargo podemos decir que la adolescencia misma, como momento subjetivo, supone una crisis de autoridad , ya que supone un desasimiento de las figuras parentales, un tomar distancia del discurso del Otro y un intento de articular la propia enunciación así como la propia responsabilidad. Los padres ya no tienen el lugar ni la autoridad que tenían en la infancia y eso permite la “salida exogámica”.

Qué posibilidades y qué dificultades encuentran los adolescentes de hoy, con los elementos que les presenta la cultura contemporánea, para “tratar” la crisis de autoridad estructural a ese momento vital?

Hebe Tizio: El significante crisis muestra su potencia de amo pues desde hace años referencia los avatares del vínculo social. El psicoanálisis utiliza el significante crisis en la lógica de su discurso, no recubre el mismo campo semántico que el discurso social  si bien hace referencia a la desestabilización de un orden.

El funcionamiento hegemónico del discurso capitalista en este momento histórico marca la imposibilidad de regular por el nombre del padre. Lacan ya había tratado esto abriendo la cuestión del sinthome como lo que podría anudar más allá del mismo. Lo que registramos en la subjetividad actual tiene que ver con este punto y el psicoanálisis cuenta con recursos para hacer con ello porque el mismo ha dejado de centrarse en el padre.

La llamada “crisis de autoridad” es en realidad un cambio de interesantes consecuencias para los psicoanalistas porque toca el tema de la transferencia. Cuando algo se transforma en síntoma social es un indicador de que se hace necesario un cambio  y no restauraciones que están al servicio del control social lo que quiere decir más represión.

La llamada “crisis” implica que lo  real se desregula porque no se puede utilizar, en este caso,  el instrumento  del padre y esta desregulación afecta progresivamente a distintos niveles.

El psicoanálisis  introduce algo nuevo en relación a la autoridad pues pone en primer plano la transferencia y el  “mandar” no como amo sino como resto. Es un cambio en la orientación porque se trata de una autoridad que no ejerce el poder de dirigir la modalidad de goce, sino que dirige la cura para que el sujeto pueda abordar de otro modo su realidad sintomática.




 
“España y olé”, por Esperanza Pascual

Estas piezas forman parte de una colección (titulada “España y olé”), donde utilizo la joyería contemporánea, como medio para expresar mi rabia y dolor (no sin cierta dosis de ironía) por los acontecimientos que están ocurriendo en nuestro país y que algunos relacionan con la “crisis”.

Dice Octavio Paz que “Cuando una sociedad se corrompe lo primero
que se gangrena es el lenguaje”. Produce rabia y malestar el escuchar a políticos de este país usar y abusar de frases como estas: “habéis vivido por encima de vuestras posibilidades” para culpabilizar a las víctimas de la crisis y no asumir que son ellos los responsables. Llamar “burbuja inmobiliaria” al engaño sufrido por miles de familias que ahora ven perder sus casas.  Usar eufemismos como “movilidad exterior” para referirse a la emigración obligada de los jóvenes sin futuro en este país. Llamar “soluciones habitacionales” a casas de 25 metros cuadrados. Oír frases ininteligibles como “pago en diferido de la indemnización correspondiente de un contrato simulado” cuyo objetivo es no explicar nada y que consiguen enfadar más aún al que las oye.

Se ufanan en contar que “la crisis ha terminado” poniendo en práctica la famosa frase de Goebbels, ministro de propaganda nazi, “si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad”. Sin embargo, son ellos los que llaman “nazis” a quienes se manifiestan en las plazas o en las puertas de sus domicilios. O “bolivarianos, antisistema, comunistas o amigos de la ETA” a los que les interrogan sobre sus actos.

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