11 de março de 2008

[nel-debates] No. 19 de a

El boletín de la NEL hacia el Congreso de la AMP

Buenos Aires, 21 al 25 de abril del 2008

Los objetos a
en la experiencia analítica

Boletín aperiódico

No. 19
Marzo 7 del 2008

Moderador: Juan Fernando Pérez

Consultores: Leonardo Gorostiza
María Hortensia Cárdenas

Todos los integrantes de las Sedes, Delegaciones y Grupo de la NEL están invitados a participar en este boletín con sus comentarios, notas y textos en torno al tema del congreso


a, el boletín de la NEL hacia el Congreso de la AMP




En este número

• Editorial
• Desencarnar el objeto, extraerlo, por Enric Berenguer
• ¿Qué nos orienta hacia la causa del deseo que el analista sostiene en un análisis?, por Gerardo Requiz
• Lista de quienes participaron en la escritura de a

Editorial

Llegamos al final de la difusión de a a través de NEL-debates. El presente número es pues el último de este boletín en nuestra lista, el cual ha venido apareciendo desde el 23 de agosto del 2007.
a se propuso promover en la NEL el examen del tema de los objetos a en la experiencia analítica y hacer conocer entre todos los integrantes de la Escuela, y más allá de ésta, las elaboraciones que se realizaron durante este período especialmente en la NEL, pero también en otras Escuelas de la AMP, acerca del tema del ya inminente congreso de la AMP en Buenos Aires. Consideramos que esos propósitos se han logrado en forma satisfactoria. Otras tareas que plantea ahora el congreso de Buenos Aires exigen atención.
Parece claro que los 19 números que alcanzó a han permitido hacer avanzar la elaboración de parte de los analistas y amigos de la Escuela acerca de lo que ha sido el tema del boletín. Casi todas las ciudades de la NEL han participado en el debate, y en especial las Sedes, a través de uno u otro de sus integrantes, contribuyeron de manera generosa a la discusión y nos enriquecieron con sus escritos. También colegas de la EOL, así como de la ECF nos brindaron luces importantes para hacer avanzar nuestra comprensión del problema, clave para la teoría y la práctica psicoanalítica. A todos ellos nuestro agradecimiento.
En este número final, Enric Berenguer de la NEL-Bogotá y Gerardo Requiz de la NEL-Caracas-AP ofrecen a los lectores de a dos artículos sobre el tema que nos ha convocado.
El primero construye su texto a la manera de un artesano que hace una fina maquinaria de relojería. Conseguir mostrar cuál es la lógica de dos operaciones es su propósito. Se trata de una muy precisa ordenación teórica de las piezas necesarias de esa operación decisiva en la “subjetivación” y cuyo resultado es la producción de los objetos a, en tanto que objetos encarnados. Muestra así la lógica que rige tal operación, para deducir finalmente la naturaleza de la operación esencial a la cual se dispone el recorrido de un análisis, es decir la extracción del objeto a como forma de desencarnarlo, al intentar reducirlo a su condición de semblante, lo cual, de lograrse, según los términos de Enric, “puede salvar al sujeto de la tortura que implica el esfuerzo por completar una lógica que, en su inconsistencia, es infinita”. El lector de este artículo, riguroso y pleno de elementos sutiles, ha de aprestarse a un seguimiento cuidadoso para derivar del mismo su riqueza.
Gerardo Requiz sitúa en su texto, breve y bien definido en sus propósitos y en su armazón, una referencia clínica clara, en la que se destacan la importancia de la escucha del analista, para establecer cómo se precipita el síntoma analítico, cuáles son sus condiciones, tanto del lado del analista como del lado del analizante, y qué se deriva de ello en lo que hace a ser causa de un análisis. Invitamos a los lectores del boletín a su lectura.

Juan Fernando Pérez
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Desencarnar el objeto, extraerlo

Enric Berenguer
NEL-Bogotá

Como señaló Jacques-Alain Miller en Roma en 2006, la lectura del Seminario X nos muestra una lógica que no es ya la del significante, sino una lógica encarnada. Creo que a esto se podría añadir que tal lógica, que se inscribe por así decir en un recorrido que implica una variedad de operaciones sobre una serie de contingencias corporales –recorrido sinuoso en lo que siempre algo llega a inscribirse y algo queda sin inscribir–, tiene la connotación de un esfuerzo. Esto se entiende todavía mejor si recordamos un término con el que Lacan designa en varias oportunidades la operación que está en juego a lo largo de dicho recorrido: “subjetivación”. En efecto, el sujeto usa una serie de contingencias corporales al servicio de una operación que gira en torno de cierta “simbolización” (también cierta identificación fundamental) siempre fallida, cuyo límite no es otro sino lo real mismo como imposible.
La operación que está en juego se puede pensar, sin duda, de muchas formas. Una es que se trata de anudar aquello que queda fuera del estadio del espejo, a considerar como primera tentativa de anudamiento. ¿Qué hacer con aquello que no pasa a la imagen especular y queda, pues, deslocalizado, por tanto a merced de un retorno errático desde ninguna parte? Que lo simbólico es convocado en este hacer es obvio, pues ninguna referencia al cuerpo puede prescindir en su origen de la incidencia de la demanda. Pero se convoca igualmente a un cuerpo que, aun siendo imaginario, por implicar a lo anatómico, no es el mismo imaginario que está en juego en lo especular, pues se trata de partes destacadas, separables. O sea, un estatuto del cuerpo que se opone a la unidad en juego en el estadio del espejo. Y en cada una de sus partes –o mejor, no-partes, pues nada tienen que ver con un todo– algo presentifica el goce del viviente.
La contingencia oral es adecuada para encarnar aquello que podría llegar a incorporarse (en lo que resuena un dejar de no inscribirse). La anal lo es para encarnar lo que no se inscribe (ya) en forma de resto, señalando de paso el límite de lo que es incorporable, pero que sigue teniendo referencia al cuerpo aunque sólo sea como lo que cae de él. La fálica, para tratar de inscribir lo no inscribible, esta vez en términos de lo que falta a la imagen del cuerpo, aunque sólo sea en la forma de aquello que podría faltarle.
Eso sí, las contingencias respectivas de la mirada y la voz implican al cuerpo de otro modo, más sutil. De ahí el lugar destacado que Lacan les asigna en un recorrido en el que se singularizan por no estar ancladas por igual en el plano de la demanda y deslocalizadas en el plano anatómico. Lo cual las hace aptas para “simbolizar” (uso el término de Lacan en el seminario) algo de aquello que no puede pasar a encarnaciones más obvias. La voz sitúa lo que, del ser hablante, implica al goce del ser vivo en su relación con el significante. La mirada apunta a aquello del goce que queda más allá del cuerpo imaginario, acechando su unidad, pero constituyendo al mismo tiempo su condición para constituirse y sostenerse.
No es ésta la única vía para el ser hablante en su lidiar con el goce sin ley y sin imagen. Lo que no puede encarnarse empuja a la búsqueda de sentido, que por supuesto se impone siempre por su falta. Y más allá, el síntoma como repetición acude a modo de un último recurso, destinado a persistir, puesto que es capaz de incluir el fracaso en su misma operación. Pero no hay sentido que no suponga el cuerpo, ni síntoma que de algún modo no lo implique. En todo caso, hasta lo simbólico aspira al cuerpo, y no se conforma con aquello que fue primero incorporado –usando estos términos, aspiración e incorporación, como los emplea Lacan en “Radiofonía”.
Finalmente, la topología del nudo está implícita en el hecho de que toda esta multiplicidad (la serie de los objetos de la demanda y el deseo, los diferentes estatutos del cuerpo, el sentido, las modalidades del goce que dan lugar a opciones en la sexuación…) pueda dar paso a lo uno, ya sea cuando hablamos del objeto (a) como cuando hablamos del síntoma, S, en singular.
Todo esto no tiene fin – el síntoma, más que ninguna otra cosa, lo demuestra, pues se repite para siempre. Lo que sí tiene es un límite.
¿Podemos pensar un análisis como la operación de ir más allá de esta lógica encarnada, como otra forma de hacer con los límites con los que tropieza necesariamente ese esfuerzo de subjetivación?
Es cierto que todo en el mundo contemporáneo se inscribe, por el contrario, entre la variedad de las promesas de que eso puede llegar a encarnarse… todavía. En los objetos de consumo, en las drogas, en los “nuevos” medicamentos, en la próxima pareja, en los hijos que pueden tenerse a cualquier edad o adoptarse siempre.
¿Qué supone frente a esto decir que el analista opera como semblante de objeto? Ante todo, pensarlo como agente de una operación que implica y revela que el objeto es semblante, aunque ello no le impida, por el contrario, desempeñar la función de causa. Esto constituye un punto fundamental, de alcance tanto ético como epistémico, en el análisis: recusar todo aquello que se proponga como encarnación de lo real, como garantía de la relación que falta, y situar allí el hacer del sujeto, su maniobra, su elección.
La extracción del objeto es, pues, una forma de desencarnarlo. Para ello es preciso extraerlo del Otro, del sentido y también del cuerpo imaginario en todas sus vicisitudes, revelando su naturaleza de semblante. Esto puede salvar al sujeto de la tortura que implica el esfuerzo por completar una lógica que, en su inconsistencia, es infinita. Y puede dejar un poco en paz al partenaire, al ahorrarle la exigencia de adaptarse a la horma, la enforma a la que se alude en el Seminario XVII.

6 de marzo del 2008

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¿Qué nos orienta hacia la causa del deseo que el analista sostiene en un análisis?

Gerardo Réquiz

Una mujer consulta porque su amante la abandona. No es la primera vez que esto le ocurre y no entiende porqué. Dice en la primera entrevista “¿Por qué me dejan si solo vivo para ellos?” Con esa frase comienza el relato de una vida amorosa en la cual se destacan algunos patrones repetitivos: elige hombres necesitados de apoyo, por lo general casados, que se quejan del desencuentro con sus parejas. A ese desencuentro ella aporta el fantasma del buen encuentro mediante una estrategia bien calculada que se inicia con la escucha comprensiva “de una buena amiga”. Sabe arreglárselas muy bien con ese fantasma que brinda a los hombres para que remedien la falla de las otras mujeres. Sin embargo, si ese fantasma sirve tan bien a la castración del Otro ¿por qué entonces a ella la dejan?
La frase “¿Por qué me dejan?” expresada con elocuencia, lágrimas y suspiros anuncia su división subjetiva, pero también indica la falla del fantasma que la trae al análisis.
Muchas son las entrevistas en las que apenas tolera alguna interrupción pero en las cuales poco a poco la angustia va sustituyendo a la certeza fantasmática.
¿A qué apunta su angustia sino a la falla de un fantasma que ya no colma el deseo del Otro y que viene plasmado en la segunda frase de su queja “si solo vivo para ellos”? Frase que encierra un sentido gozado al servicio justamente del deseo del Otro que ahora hace enigma y la angustia más.
Cuando finalmente el síntoma analítico se precipita es porque ese fantasma: “si solo vivo para ellos” se convierte en pregunta y nos indica que el sujeto ha consentido en dejarse dividir. Con ese mismo acto inicia su entrada en análisis.
Si bien el analista sostiene un análisis sabiendo que el objeto que lo causa es tan inasible como innombrable, tampoco anda a ciegas. La posición de goce, interrogada por el sujeto, funciona como guía. Esto hace posible una “pragmática del objeto” en la cura analítica. Efectivamente, como este caso parece indicarlo, es suficiente con que el sujeto consienta en interrogar el goce que lo completa para tener la pista de la causa que encarnamos en un análisis.

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Lista de colaboradores de a
La siguiente es la lista de todos los colaboradores de a y los números en los cuales fueron divulgados sus textos:

Monique Amirault: No. 10
Astrid Álvarez de la Roche: No. 1, 14
Laura Arciniegas: No. 13
Enric Berenguer: No. 19
Jacques Borie: No. 3
Raquel Cors Ulloa: No. 15
Susana Dicker: No. 10
Mónica Febres-Cordero de Espinel: No. 17
Héctor Gallo: No. 2
Johnny Gavlovski: Nos. 12, 13, 14
Gabriel George: No. 16
Nathalie Georges: No. 18
Gloria González: Nos. 2, 3
Clara Holguín: No. 15
Mercedes Iglesias: Nos. 6, 9
Jean-Pierre Klotz: No. 9
Liliana Kruszel: No. 5
Catherine Lazarus-Matet: Presentación de las bibliografías comentadas
Christine Le Boulengé: No. 1
Bernard Lecœur: No. 17
Pierre Malengreau: No. 16
Carlos Márquez: No. 18
Maurizio Mazzotti: No. 16
Marco Mauas: No. 12
Dominique Miller: No. 1
Andrea Mojica: No. 5
Patrick Monribot: No. 8
Débora Nitzcaner: No. 6
Pauline Prost: No. 6
Camilo Ramírez: No. 11
Gerard Requiz: No. 19
Adriana Rubistein: No. 11
Ana Victoria Saldarriaga: Nos. 3, 7
Pierre Skriabine: No. 15
Delia Steinmann: No. 7
Alexander Stevens: No. 2
Patricia Tagle: No. 4
José Fernando Velásquez: Nos. 8, 9, 10
Gerard Wajcman: No. 4

A todos ellos la Escuela les agradece su contribución al avance en la comprensión que los lectores de a hemos logrado acerca de la naturaleza y función de los objetos a en la experiencia analítica.
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Jacques-Alain Miller


a, el boletín de la NEL hacia el Congreso de la AMP

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